Otras Esculturas

  

CARTELAS DEL ANTIGUO PASO

Las tres cartelas (24 x 31 cm.) que hoy en día están en la casa de hermandad de la cofradía, representan a Jesús ante Caifás, la Exaltación de Cristo en la Cruz y el Santo Entierro de Cristo.

Llegado el año de 1659 la hermandad encomendó al escultor Pedro Roldán y al ensamblador Francisco Ramírez la realización de un nuevo paso. El 17 de septiembre de este mismo año, los artistas anteriores firman un nuevo documento por el cual se especificaban las labores a realizar por cada uno: Roldán la imaginería y Francisco Ramírez la talla y ensamblaje de la urna o paso. Éste debió de ser uno de los más suntuosos de la ciudad, según se desprende de la citada documentación. Como se ha dicho, Pedro Roldán se encargaría de toda la labor de escultura, compuesta de once cartelas en relieve con distintos pasajes de la Pasión del Señor, numerosos ángeles y serafines. La carta de pago por la ejecución de este paso tiene fecha de 16 de octubre de 1659. De toda esta labor, tan sólo han llegado a nuestros días tres de las once cartelas y dos ángeles. Las tres cartelas han llegado gracias a que se empotraron en las puertas de una escribanía de la hermandad a principios del siglo XX, donde permanecieron hasta hace poco años, cuando fueron retiradas de dicho mueble para su restauración y recuperación de la policromía, la cual se hallaba oculta tras varias capas de barniz y gran acumulación de suciedad por el paso del tiempo.

El paso realizado por Pedro Roldán y Francisco Ramírez parece que procesiona hasta 1786, año que deja de salir la cofradía. Además, en 1800, se tienen lamentables noticias del hundimiento del almacén que poseía la hermandad, destruyéndose, de este modo, el paso. Pasados seis años del trágico suceso, la hermandad tiene un nuevo empuje y se empieza la realización de un nuevo paso en madera de caoba en su color que se estrenará en la Semana Santa de 1807 dando, por tanto, final definitivo al periplo de la obra realizada en 1659. Sin embargo, en 1857 la hermandad estrena otro paso, éste realizado por Juan Rossi y según dibujo de Antonio del Canto Torralbo, en el cual, gracias a una fotografía de finales del siglo XIX, se aprecia en su frente una de las cartelas talladas por Pedro Roldán en 1659, la que representa a Jesús ante Caifás. Esto nos hace pensar que las otras dos que en la actualidad se conservan también se aprovecharon en este paso hasta la sustitución definitiva por el actual en el año de 1904.

Talladas en madera y policromadas, adoptan una morfología oval de, aproximadamente, veinticuatro por treinta y un centímetros. Estas obras son los relieves procesionales más antiguos que se conservan, de ahí el formato menor que poseen y al que no estamos acostumbrados. Son el precedente de una gran cantidad de relieves que, durante la segunda mitad del siglo XVII, ejecutarán para los pasos de las cofradías numerosos artistas, entre ellos Luis Antonio de los Arcos, Francisco Antonio Gijón o el propio Pedro Roldán como se verá en obras posteriores.

En el primero de ellos, según las secuencias de la Pasión, destaca Cristo vestido con túnica de lienzo oscuro que es llevado por cinco sayones a la presencia de un Caifás que en actitud sedente desconsiderada vuelve su cabeza para observarlo. El de la Exaltación de la Cruz presenta una composición marcadamente barroca mediante el cruce de dos grandes diagonales formadas por el cuerpo crucificado de Cristo y el intento de levantamiento de la Cruz por parte de uno de los cuatro sayones que se aparecen en la escena. El cuerpo de Cristo muestra un forzado escorzo muy manierista con claras reminiscencias al Cristo de la Expiración de la hermandad sevillana del Museo. En base al estudio de las obras de Roldán se tiene constancia que al maestro no le gustaba o no solía tallar la corona de espinas sobre el mismo bloque craneal, de ahí que uno de los sayones la sujete con sus manos, dejando libre la cabeza del Señor. El relieve del Santo Entierro de Cristo nos presenta en el centro el cuerpo muerto de Cristo que está siendo depositado en un sepulcro abierto. Es la posición girada del sepulcro la que nos da la nota barroca y movimiento a la escena confiriéndole, paralelamente, cierta profundidad. Los personajes que aparecen son los santos Varones, San Juan, la Virgen María, la Magdalena, María Salomé y la de Cleofás, justamente las mismas personas que intervienen en el grupo del Descendimiento de Cristo en el misterio de dicha hermandad. Este mismo tema, con algunas variantes, es el que realizará Pedro Roldán veinte años después en el grupo central del retablo mayor de la iglesia de San Jorge en el hospital de la Caridad, obra cumbre en el catálogo escultórico del artista.

DOCTORES DE LA IGLESIA

El 9 de noviembre de 1677, la hermandad concierta con Francisco Antonio Gijón la ejecución de cuatro Evangelistas y cuatro Doctores de la Iglesia para el paso del Dulce Nombre de Jesús. En el contrato se especifica que las ocho esculturas estarían en posición sedente y midiendo en altura un tercio de vara.

Estas ocho esculturas debieron de procesionar en el paso del Niño Jesús hasta 1763, año en que la hermandad dejó de verificar su estación de penitencia.

En el inventario de la hermandad del Dulce Nombre de Jesús de 1787 se anota: “Quatro diademas y quatro plumas pequeñas de los Evangelistas que se ponen en el paso de la Ymagen del Niño. Quatro plumas de los quatro doctores que también se ponen en el paso de la Ymagen del Niño”. Estos ornatos que llevaban tanto los Evangelistas como los Doctores, estaban realizados en plata.

En la actualidad sólo se conservan en la hermandad las esculturas de madera tallada y policromada que representan a dos Doctores de la Iglesia, quizás San Buenaventura y Santo Tomás de Aquino y se pueden relacionar con los encargados al maestro utrerano. Estas efigies llegaron al siglo XXI en pésimo estado de conservación, con mutilaciones en los brazos y desprendimientos de policromía, pero aún así se denotaba la gran calidad del tallado, destacando las cabezas que son muy afines a la estética de Francisco Antonio Gijón. Sentadas sobre unas rocas, estas imágenes conservan las peanas, seguramente las originales, de madera dorada, y un agujero para su cogida al paso, en la parte de abajo. También muestran en sus cabezas un pequeño orificio para la sujeción de las diademas de plata que tuvieron antaño.

En 2010 han sido felizmente limpiadas por el profesor Juan Abad Gutiérrez.

RELIEVES DE LA VIRGEN Y SAN JUAN

Recientemente se han colocado a los lados de la figura del Resucitado. Son dos medallones de forma oval, con medios relieves de bustos de la Virgen María y San Juan Evangelista. No hemos logrado identificar su procedencia. La primera vez que aparecen en los inventarios es en el fechado en junio de 1938, situándose entonces en la sala capitular. Los relieves pueden catalogarse como obras sevillanas de buena factura de la segunda mitad del siglo XVII.

PELICANO

Gabriel Astorga cobró, el 14 de febrero de 1851, 200 reales por la realización de un pelícano para remate del manifestador del altar de cultos de la hermandad. En la actualidad, este pequeño pelícano y una de sus crías, de madera tallada y dorada, se conservan en la sala capitular de la hermandad.

SANTO ROSTRO

El del Santo Rostro es en realidad un cuadro pintado al óleo que en su centro luce un medio relieve en madera policromada de la faz de Cristo (89 x 87cm.). Se representa el paño de la Verónica sostenido por una pareja de pequeños ángeles de madera. El rostro del Redentor puede considerarse como obra anónima del protobarroco sevillano; sin embargo, los ángeles parecen ser de época más moderna. Bajo la Santa Faz hay inscrita una leyenda: “EL SOL DE LVZ INFINITA ANTES DE TODO ECLIPSADO DE XO SV ROSTRO + ESTAMPADO”. Quizás la composición de la obra, así como el marco y la colocación de esta inscripción pertenezcan al siglo XIX, pues dudamos que su morfología original sea la que se aprecia actualmente.

Sabemos que en un principio se colocó en la cabecera de la capilla, como se aprecia en algunas fotografías, junto al retrato del arzobispo fundador de la hermandad del Dulce Nombre de Jesús. Tras pasar por uno de los pilares y posteriormente por la casa de hermandad, hoy se ubica en la sala capitular de la cofradía y a veces ha presentado las potencias de plata del Señor Resucitado.